jueves, 6 de diciembre de 2012

¿ ALGO QUÉ CELEBRAR?


Artículo 35.
1.    Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
Hoy celebramos un nuevo aniversario del nacimiento de nuestra carta fundamental. La Constitución de 1978. Como todas las grandes leyes, llena de grandes principios e ideales. Ante un país con casi seis millones de parados, sumido en la más oscura desesperanza y cuando tantos españoles no ven más opciones que la emigración o resistir aquí esperando que los grandes nubarrones se alejen. Llama poderosamente la atención este artículo de la Constitución desde el principio al fin.
El deber de trabajar, si se considera deber, ¿trabajar para quién? Para las grandes empresas transnacionales que en lugar de tributar aquí prefieren evadir sus millonarios beneficios en paraísos fiscales o marcharse a otros países con costes más baratos amparados en un sistema que permite la libre circulación de capitales por todo el mundo. ¿Trabajar para el estado? Que desprecia la labor de millones de funcionarios, formados y disciplinados que acatan las modificaciones absurdas de la leyes del gobierno de turno,  cuerpo que sirve al ciudadano y está sosteniendo con su esfuerzo y dedicación diaria  lo que nos queda del vapuleado Estado de Bienestar.
El Derecho al trabajo. Sólo hay que echar un vistazo a las escasas ofertas de trabajo. En  algunas hay en condiciones precarias, en otras piden un elevado nivel de formación, además de exigir idiomas  en un país en él que durante mucho tiempo sólo los afortunados pudieron estudiarlos. Vamos que al final habrá que trabajar por la comida, será la “Nueva esclavitud del siglo XXI”. Ya están en las tertulias mediáticas justificando los “minijobs” como alternativa a los jóvenes. O la milonga de las prácticas no remuneradas para incorporarse al mercado de trabajo. Eso es condenar a la juventud formada a marcharse de aquí, a buscar nuevos horizontes. Un desangre de talento que no nos podemos permitir. Y a los jóvenes no tan formados a la pobreza y exclusión social. Por no hablar de clientelismo de los sitios pequeños donde funciona el boca a boca ante determinados puestos y se quedan excluidos de las mejores ofertas universitarios que se quedan con un palmo de narices ante la falta transparencia en los procesos de selección. 
Libre elección de profesión u oficio. Si, a algunos, a los que tienen dinero suficiente para que sus hijos e hijas eligan lo que quieren estudiar y en el campo en  se quieren formar .Con un sistema educativo que se ha puesto patas arriba y que sin lugar a dudas deja fuera a las familias más humildes. Condena a sus hijos a trabajar en lo que puedan. Sin becas que favorezcan el talento independientemente del poder económico. Por no hablar de las enseñanzas musicales y artísticas que han sido duramente recortadas el último año.
Remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia. Cuando las necesidades básicas se han convertido en artículo de lujo. Una factura de la luz desproporcionada. Impuestos cada vez más elevados. Por no hablar de las tasas judiciales y un listado innumerable de pagos y gastos que cada día tienen que soportar las familias de este país. Hay que tener seguros para todo, el coche, la casa, etc. y al paso que vamos dentro de poco también habrá que hacerse un “Seguro Médico” para recibir una asistencia sanitaria decente.  Seguros obligatorios por casi todo, fomentando el miedo a vivir.  Dentro de poco nos cobran un seguro por respirar.
En ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo, cuando aún las mujeres ante el mismo puesto cobran menos salario. Y el machismo histórico se siente aún de una manera más sutil, a la hora de tener en cuenta sus opiniones como expertas, en amplios ámbitos profesionales por no hablar de la odisea de ser mujer y desarrollar un puesto de responsabilidad en el mundo rural.
Vamos que da risa leer este artículo hoy, año 2012. Por mucho que nos quieran vender que todo es maravilloso, que es lo que se deduce de los informativos.
Es cierto que la Constitución Española ha servido y sirve para estructurar un estado democrático, pero no nos podemos aferrar a ella como si fuera un dogma. La criatura tiene ya 34 años y necesita reformas importantes. Lo que no puede ser es que se cambie la constitución con premeditación y alevosía con acuerdo de los dos grandes partidos para poner el techo de déficit y no se plantee ni siquiera un debate en aspectos que nos afectan  día a día a millones de españoles. La pactada reforma de la Constitución referente al déficit no se sometió a referéndum. ¡Una vergüenza!  
Da la sensación de que las leyes se hacen a medida de los intereses de un grupo social poderoso y obvía constantemente el bien común.

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