Me hubiera encantado escribir de las opiniones vertidas en la asamblea que se realizó ayer en Talavera con motivo del aniversario del 15M sobre las posibilidades de elaborar una agrupación electoral en la ciudad, pero por motivos laborales, me fue imposible asistir, aunque me hubiera encantado participar en el SAN ISIDRO INDIGNADO que esas personas maravillosas que he conocido durante los últimos dos años organizaron, como siempre con tanta ilusión. Fue una lástima, llovió, yo creo que el pobre San Isidro (aparece dibujado tímidamente en el jarrón que porta la talaverana) lloró de pena e impotencia por todo lo que está pasando. Cada día un sobresalto, menos camas en el hospital, privatizan seis residencias universitarias……y cientos de puntos suspensivos.
Aunque aún no he pisado el ferial, este acontecimiento se apodera del espíritu de la ciudad durante unos días, lo invade todo con tanta intensidad que es difícil vivir al margen. Absorta en los 160 kilómetros que tengo que hacer cada día, los 200 alumnos y los miles de exámenes que corregir a troche y moche veo como la ciudad parece desierta. Todo el mundo debe estar en “La Feria”. Ayer, sin ir más lejos, al cumplir con el ritual semanal de dejar mi dinero en el puesto de gasolina (donde se va buena parte de mis ingresos mensuales) me quedé atónita al ver tres lustrosas mozas vestidas de faralaes, en un “todo terreno”, por un momento no supe si me encontraba en alguna zona de Andalucía Occidental o en la Vega del Tajo, es increíble el auge que tiene está costumbre, la de vestirse de sevillana…….cada año hay más
Que las ferias agrupan a gentes de todas las edades en un mismo espacio público es indudable y que son un reclamo para toda la comarca también. Se han convertido en un acontecimiento lúdico-festivo curioso en Castilla, así que son una especie de entrada al sur. La tradición es innegable, se vienen celebrando desde el siglo XIV cuando el rey Sancho IV otorgo a esta tierra el privilegio de celebrar feria o lo que es lo mismo comercio. Hoy el comercio está de capa caída, del mercado de ganado queda el recuerdo y sin embargo el ritual de asistir a la feria sigue fuerte y vigente.
Pero no deja de sorprenderme ver la gran concurrencia que tienen estas manifestaciones y la poca que convocan los actos reivindicativos, de protesta, de participación política.
¿Será que el pueblo talaverano es más listo que sus gobernantes? Lógicamente, a pesar de la economía maltrecha y todo lo demás no deja de asistir a su cita con el ritual, con la música, con la risa, con los amigos, en definitiva con la vida.
Por supuesto que me gustan las ferias, la pólvora, los puestos (el ruido menos)...Pero ¿está reñido lo festivo con lo reivindicativo?
Si las manifestaciones estuvieran tan concurridas como las ferias otro gallo nos cantaría…..
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