La primavera siempre nos sorprende; de pronto, la
vida sale a borbotones, un tapiz verde cubre el campo y la espectacular dehesa
de la que estamos rodeados se muestra espectacular.
Y siempre en primavera, en un pueblecito cercano, Bernuy, escondido a la orilla del Tajo,
una pedanía de Malpica; se celebra desde
hace 15 años esta efeméride. Atrae a
republicanos de las poblaciones cercanas y de toda la provincia, se ondean banderas
republicanas, se cocina una comida popular y se brinda por la III República, que
a fin de cuentas es lo que importa, no se trata de nostalgia sino de conseguir un nuevo tiempo político.
Una República en España, evidentemente no
solucionaría los problemas, pero superaría un proceso en la historia contemporánea
de España. Alemania, Italia, Francia, Portugal. Y una lista interminable de
países son repúblicas. La monarquía es
un anacronismo histórico, son pocos los reinos que quedan en el mundo. En
muchos casos, han sido los mismos ciudadanos los que han apoyado ese modelo, en
nuestro país, como pasa con casi todo, nunca hemos podido opinar sobre cómo queríamos
ser gobernados; o lo que es lo mismo no hemos podido decidir si queríamos un
jefe del estado vitalicio (caso de la monarquía) o un presidente de la República,
elegido democráticamente.
El 14 de abril, para los que soñamos con la República es siempre
motivo de conmemoración. Hace unos años un compañero de trabajo, me preguntaba.
-Pero ¿qué conmemoráis en ese pueblo? ¡Si la II
República fue un fracaso y además llevo al país a la Guerra Civil!
Es curioso ese planteamiento. En los últimos años, se
escuchan muchos comentarios y análisis en los medios, en los periódicos, en la
calle que lo plantean así. Es innegable que tras la II República vino una guerra,
una guerra espantosa, el peor de los conflictos, una guerra fratricida, una
guerra a muerte entre ideologías. Pero me niego a aceptar como verdadero que la
causa de la guerra civil española fuera la proclamación de la II República.
Tampoco comparto el relato que se ha extendido en los últimos tiempos por
algunos defensores de la república de presentar la misma como un adalid de la
democracia. La República fue víctima de su tiempo, del contexto internacional
en el que se gesto su proyecto político, un tiempo de choque de ideologías extremas:
fascismo y comunismo.
No amigo mío, no solo conmemoramos la que fue una
etapa de cambios importantes para nuestro país, tan grandes y profundos que se
levantaron en armas contra ella. Por mucho que ahora quieran cambiar la
historia los más recalcitrantes y sitúen el inicio de la guerra en la
revolución de Asturias de 1934, los hechos históricos están ahí y son
innegables.
No solo conmemoramos ese momento histórico, recordamos
también a los que lucharon por ella, y
por defenderla, tras la guerra, se les expulso de su tierra y se les condeno al ostracismo y al olvido.
Por no hablar de los que aún están esparcidos por fosas y cunetas. Una vergüenza
que nos acompaña, ahora en el presente, en el año 2014, una herida que no se
cerrará hasta que no se haga justicia con los vencidos.
“El verdadero odio es el desinterés, y el asesinato perfecto es el
olvido”.
Georges Bernanos
¡Salud
y República!
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